top of page
Buscar

Más conectados, pero más solos — La paradoja de la conversación digital

  • Foto del escritor: Mariano Tello Nocetti
    Mariano Tello Nocetti
  • 14 may
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun

“Nos volvimos expertos en la comunicación instantánea, pero analfabetas del

silencio.” – Pico Iyer

Tengo sobre la mesa dos estudios recientes: “¿Duele ser ignorado en WhatsApp? Un estudio piloto sobre el efecto de una nueva prueba de ostracismo para adolescentes” y “¿Internet acerca o aleja a las personas? El impacto del uso de internet en la comunicación interpersonal”. No son los únicos; cada vez más investigadores se preguntan qué nos está ocurriendo cuando trasladamos la conversación al territorio de las apps y las redes sociales. Los hallazgos apuntan en cuatro direcciones:


Las conversaciones eternas


Ni “hola” ni “adiós”; tampoco un “te dejo, hablamos mañana”. Hoy los chats se reanudan horas o días después justo donde quedaron. La investigación etnográfica de Raclaw [1] sobre mensajería instantánea describe conversaciones persistentes: analizó miles de líneas de chat y comprobó que las aperturas y cierres formales casi han desaparecido. Puede parecer trivial, pero romper el ritual de apertura-cierre erosiona un acto básico de comunicación: reconocer la llegada y la partida del otro.


La lenta respuesta se normaliza


Cuando el nombre del servicio incluye la palabra “instantanea”, esperar horas (o días) para obtener contestación parecía, hace una década, descortés. Hoy es práctica común. Savolainen y Licoppe en sus estudios [2] han medido los retardos: 62 % de los mensajes en grupos cerrados se contestan fuera de la “ventana de inmediatez” de tres horas . La causa no es falta de interés sino una sobrecarga y sobre estimulación: notificaciones constantes, mensajes en distintas plataformas, y sobre todo, llevar la vida misma. Esto no quita la desconexión emocional percibida en esos altos tiempos de espera.


Ansiedad y culpa por el “dejar visto”


La flexibilidad tiene un costo emocional. Experimentos de ostracismo digital muestran que cuando una persona deja en visto a otro, éste presenta caída de afecto positivo y aumento de la frecuencia cardiaca . Elhai en sus estudios [3] denomina texting anxiety (Ansiedad de texteo) a la presión por responder enseguida: sentimos culpa si tardamos y estrés si la respuesta no llega. Paradójico: la app que prometía liberarnos del teléfono fijo nos ata a una vigilancia constante por una respuesta.


Soledad en la era de la conexión permanente


¿Y teniendo un mundo de personas, a un solo app de distancia, nos sentimos acompañados? El meta-análisis de Liu [4], con 150 estudios longitudinales, responde que depende del tipo de lazo: la conexión on-line refuerza vínculos débiles (ex compañeros, contactos profesionales) pero socava los fuertes cuando desplaza tiempo presencial, elevando la soledad percibida. De poco sirve un mensaje constante si no existen los momentos físicos de conexión, donde todos los nuestros sentidos se encuentren estimulados (La carne asada con la familia, la ida al café con nuestros amigos).


¿Estamos más desconectados?


No existe una respuesta unívoca. Sí sabemos que: La conversación digital es más fragmentaria y ansiosa que la presencial, según los estudios citados. La soledad ha crecido en los segmentos que sustituyen encuentros cara a cara por mensajería excesiva. Los beneficios prácticos son reales: rapidez, accesibilidad, redes de apoyo dispersas. La clave es cómo equilibramos nuestra dieta comunicativa: reservar momentos sin pantalla, practicar cierres explícitos (“me tengo que ir, hablamos luego”) y usar el chat como preludio o epílogo de encuentros físicamente significativos, no como reemplazo perpetuo.


Conclusión


WhatsApp y compañía no nos condenan a la soledad; somos nosotros, con nuestros hábitos, quienes decidimos si la herramienta será puente o muro. Romper el ciclo infinito de mensajes, contestar con presencia (no solo con emojis) y rescatar la charla cara a cara son actos subversivos en la economía de la atención. Tal vez la próxima vez que veas a un amigo debas dejar el teléfono guardado cinco minutos y, en vez de estar atento a las notificaciones digas: “Hola, estoy aquí. Cuéntame”.

En un mundo hiperconectado, ese pequeño gesto de desconexión puede ser la forma más auténtica de volver a conectar.


Fuentes Bibliográficas:

1. Raclaw, J. (2014). Closing routines in IM; Markman, K. (2009).

2. Savolainen & Licoppe (2023). Why Instant Messaging is not Instant; Karapanos

et al. (2020).

3. Batenburg et al. (2022). SOLO-WhatsApp Ostracism Task; Elhai et al. (2021).

4. Liu et al. (2022). Internet and Loneliness; Timmermans et al. (2020).


Publicado en Ecodiario el 13 de mayo del 2025.

Comments


  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram

Escritorio Digital

© 2023 por Mariano Tello.

¿Deseas contactarme?

Escríbeme

Gracias por escribirme

bottom of page