¿Y si ponemos fin al anonimato en Internet?
- Mariano Tello Nocetti
- 19 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 jun
"Quien no tiene rostro, no tiene un destino que los demás puedan ver." - Hannah Arendt

Esta va a ser una columna difícil. Un poco complicada. Pero ahí vamos.
Tal vez debamos matar el anonimato en Internet. Tal vez. Porque, tal vez, hemos abusado de él más de la cuenta.
¿Quién es Juan López Róbles? Aquella cuenta de Facebook que no tiene más que una sola foto de perfil y que, de manera sistemática, contacta a las personas para hacerles propuestas de negocios, que son en realidad una estafa.
¿Quién es Patt397843? Esa cuenta de X (antes Twitter) que le gusta agredir a todas las mujeres en sus fotografías, denigrándolas y poniendo comentarios de tipo sexual.
¿Y estrellajusticiera@alguncorreo.com? Esa cuenta de correo desde donde te han estado escribiendo para extorsionarte, pidiéndote dinero o fotografías donde sales desnudo, a fin de no revelar a toda tu familia algún secreto.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, presentó el 5 de febrero, durante el Observatorio de Derechos Digitales en Madrid, una propuesta que planteaba justamente esto: acabar con el anonimato. ¿Qué se busca? Que detrás de cada cuenta creada y de cada seudónimo elegido, exista una vinculación con una persona del mundo real, y que sea identificable, facilitando que se puedan perseguir los delitos digitales. Que si tienes una cuenta de Instagram, LinkedIn o TikTok, sin importar qué nombre les pongas, se sepa para el gobierno que te pertenecen a ti.
Debemos recordar que los derechos digitales son la extensión de los derechos de la ciudadanía al entorno digital. Se debe garantizar que los principios fundamentales, como la libertad de expresión, el acceso a Internet o la igualdad y no discriminación, sean protegidos en la era digital con la misma eficacia que en el mundo físico. ¿Has visto tú que en nuestras redes sociales suceda esto?
No estoy seguro. Actualmente, el mundo digital parece más el salvaje oeste. La cantidad de cuentas falsas promocionando temas políticos es gigantesca. La cantidad de cuentas falsas cometiendo ciberdelitos (e intentando hacértelos a ti) es impresionante. La cantidad de cuentas falsas cometiendo acoso y ciberbullying es anonadante. En 2019, Facebook eliminó 2,200 millones de cuentas falsas, una cifra casi igual a la misma cantidad de usuarios que usaban activamente Facebook en un mes. [1] En 2022, se estimaba que el 20% de las cuentas existentes en Twitter eran falsas. [2]
¿Pero, acaso el anonimato es malo? No. De hecho, puede fomentar una mayor libertad para expresar opiniones sin temor a represalias, lo cual es especialmente valioso en contextos donde hablar abiertamente podría conllevar riesgos, como en regímenes autoritarios o en discusiones sobre temas sensibles. También, el anonimato permite a las personas mantener su identidad oculta, protegiendo su información personal y evitando que sean rastreadas o vigiladas por terceros. Pero, como en muchas otras ocasiones, parece que hemos abusado de esta característica, lo que ha hecho que este tipo de iniciativas empiecen a cobrar fuerza en varios países.
Lo preocupante sería que los gobiernos utilicen también estos nuevos mecanismos de forma malintencionada, para socavar la libertad de expresión y eliminar a los opositores. ¿Lo ves? Te dije que sería una columna compleja.
En el debate sobre el anonimato, la respuesta no es sencilla, pero lo que está claro es que debemos encontrar un equilibrio donde nuestros derechos sean protegidos sin que otros puedan esconderse detrás de una pantalla para hacer daño.
¿Y tú querido lector, qué opinas al respecto?
Fuentes:
Publicado en Ecodiario el 18 de marzo del 2025.
Comentarios